Fuerte
En el río un pato y bolas de fuego. En las aceras inscrito "mantén la distancia". Un nudo en la garganta. Cada pedazo de hormigón un recuerdo nítido de muertos-vivientes, de besos que hoy resquebrajan los labios desde lo imprudente. Raíces esparcidas por todo el pueblo, tendidas ante la luz de las farolas que se apagan cuando paso. Yo pendo y dependo.
El abecedario se ordena dando forma a las almas que me rozaron algún día. Color petróleo profundo cubre mi coronilla con la indiferencia amable de la nada. La nada cotidiana. Huele a primavera. Tengo alergia por primera vez en toda mi vida. Pasé en la ciudad todos los mayos (y un septiembre en el hemisferio sur) de los últimos tres años. Respirando alquitrán. Limpiándome la mirada con agua que se despedía gris. Con los labios rojos para construir la sonrisa.
Esas ciudades son ahora una imposibilidad: una fractura en el pecho. Historias enfrascadas solamente en mi carrete de nostalgia. Importantes sólo para mí de forma única. Ficticias y presentes al mismo tiempo. Rostros cargados de contingencia se me adhieren al pulso. ¿Cómo se aprende a caminar? Me desvanezco en mi propio cuerpo. Soy un molde y ya no sé que contengo. Me pudro y maduro en una piel que todo lo aguanta mientras se pudre y madura. Me riego y nacen malas hierbas.
La música me atraviesa con la potencia arrolladora de un alud, abatiéndome como una ráfaga de balas de ametralladora. Alice Cooper, C. Tangana y Muerdo en el mismo día y con brocas para cemento armado. Mi vida me sobrepasa de bonita. El dolor también es muy punzante, pero amo.