Gòtic
17.05.2017

Las noches se volvieron cálidas a medida que la primavera se comía Barcelona. La falta de sueño se apoderaba de mí y poseída por algún tipo de ansia vital me abalancé sobre la calle. Mis pasos me condujeron al interior del parque de la Ciutadella.
Un polaco que viajaba con su casa a cuestas como los caracoles me pidió tabaco y yo le pedí fuego porque mis cerillas morían a la velocidad de las mariposas. Nos despedimos y, casi inconscientemente, ascendí por la escalinata de la fuente principal. Nunca había trepado al monumento. Desde el primero de sus niveles recordé las luces que decoraban el estanque en Septiembre, cuando era nueva en la ciudad. Ahora, murciélagos grises se reflejaban en el agua. Es curioso cómo en Barcelona el gótico resiste el paso de las estaciones, encarnado en animales nocturnos. Casi parece que las gárgolas cobrasen vida y se dispersasen por el cielo, para mantener presente, en cada rincón, la esencia de la ciudad.
Las estatuas doradas que adornan los balcones de la fuente son, sin embargo, muy posteriores. Llevan ahí plantadas desde que se celebró la Expo Universal de finales de Siglo XIX. Al contemplar la estructura soy consciente de la falta de vocabulario que me aqueja. Quiero describir los animales alados que defienden la majestuosidad de piedra, pero no sé bien si son hipogrifos o alguna clase extraña de dragón.
El Arco del Triunfo de Barcelona, fue levantado en esa misma época, y es el único que celebra la victoria del progreso en lugar de una batalla imperial.
Paso de sentirme como Anakin y Padme en Naboo a ser presa de un miedo irracional. Me da la impresión de estar siendo perseguida. Siento que corro un gran riesgo y acelero la marcha. Mi cigarro se apaga.
Apenas un minuto más tarde oigo los silbidos que anuncian el cierre del recinto. Años atrás habría sido un guardia a caballo o a pie el que me invitara a irme, sin embargo aparece entre los árboles una furgoneta luminosa. Un hombre desciende del vehículo y espera a que atraviese la portilla de forja. Me da las buenas noches y me llama bonita.
Quizá habréis notado a lo largo de la narración de qué modo el patriarcado me hace sentir insegura.