Ordinario
Viernes 3 de febrero de 2017
Por primera vez en todo un mes tenía la sensación de vivir en Barcelona. Automáticamente liberada de responsabilidades, el tedio y la angustia se habían esfumado. Terminamos nuestro último examen y, como si nada de aquello hubiera sucedido, nos lanzamos directamente al interior de la boca de metro. ¡Las Ramblas! Parecía que nos habíamos ido de viaje a la capital.
La primera parada fue un sex-shop. Probamos el lubricante hecho con marihuana del que Sara me había hablado, increíble. El cartel publicitario presenta a una monja que se muerde el labio con un rosario entre sus manos. No me extraña, cuando la piel cubierta en el bálsamo entra en contacto con unos labios jadeantes, todo se vuelve caliente e intenso. Era demasiado caro.
Nos sentamos en la terraza de un vegetariano a tomarnos medio litro de cerveza por cabeza. También nos comimos unos nachos con guacamole, queso, jalapeño y boloñesa vegana. Nos reímos más fuerte que normalmente porque ninguna presión se abrazaba a nuestros pulmones.
Maquillaje, por fin; una blusa semi-transparente y a la calle. Deambulamos por el Born, el Barrio Gótico y acabamos de nuevo en Rambla Cataluña, con latas de cerveza que se vaciaban a nuestro paso como el depósito de combustible de un coche. La chica que iba hasta arriba de speed creía saber de una discoteca. Nosotros que íbamos hasta arriba de la nada más embriagadora decidimos dejarnos llevar. Acabamos bajándonos los pantalones para mear detrás de los coches en las proximidades de Sant Jaume. De ahí al piso de un compañero. (...) Es aliviante, tienen la mente abierta.
Sábado 4 de febrero de 2017
A las seis de la mañana terminaba de hacer mi maleta. Todo me daba vueltas. Llegamos al aeropuerto, facturamos e hicimos todo el resto de cosas que se deben hacer para subir al avión. Dormitamos un rato y después jugamos a ser maletines y transportarnos en los carritos del equipaje. Me comí unas patatas que calmaron mi mareo momentáneamente.
En el avión dormí un rato. Como hacía tanto tiempo desde la última vez que había leído por ocio, sin remordimientos, la novela me llamaba a gritos y renuncié al sueño para hacerle caso a Milan Kundera. Mi cuerpo tuvo que luchar hasta agotarse por no desmayarse durante el aterrizaje. El clima de Asturias es lo que tiene.
Mi madre me esperaba con otras patatas y ganas de hacer el ridículo. Fuimos poniéndonos al día durante el viaje en coche. Al llegar a casa me enseñó todos los patés vegetarianos que había comprado para mí. El trabajo de ser madre es ingrato. (...) Soy demasiado egoísta para desear ser madre.
Algunos de mis tíos y primas se reunieron para comer. Les quiero muchísimo pero a veces me hacen desear no volver a vivir en mi villa natal. El choque entre mi cariño, la familiaridad y la estrechez de su pensamiento hace que me revuelva por dentro. Reprimo y mido mis palabras con cuidado pero siempre acabamos enfrentándonos por alguna tontería. (...)
Soy un extranjero en mi propia tierra. Siempre había oído que Asturias es muy verde y que el visitante se emociona al observarla. Ahora lo comprendo. En Asturias hay otra luz, hay una mística sobrecogedora que envuelve la materia e inspira la creencia. Los colores fríos son intensos y los cálidos inexistentes. Asturias es preciosa.
No se llega a apreciar esto hasta que se huye de su monotonía, de sus malas comunicaciones, de sus habladurías y del intrusionismo de la gran mayoría. Por eso creo que nunca podría volver a establecerme aquí. A veces es mejor ser el visitante en la propia casa. Uno se lleva consigo la maravilla de lo redescubierto y la comodidad del hogar, de la pertenencia, pero sabe que puede escapar de los lazos que asfixian.
Por la tarde la vi a ella, una de las pequeñas cosas incorrompidas por la línea de pensamiento predominante; una de las grandísimas personas dañadas, hastiadas por ese maremágnum de apariencias y qué dirán. Nos besamos, nos abrazamos, nos follamos en superficies múltiples y buscamos drogarnos sin éxito. Al menos la pizza y el helado cumplieron su función. Le dije "eres la persona con quien quiero llorar para sacar de mí todo lo que me deprime, pero a tu lado nunca siento esa depresión, así que no puedo". Me hace no sentirme sola, me hace feliz a la manera de los que existen sin cuestionar el por qué.
Domingo 5 de febrero de 2017
Sexo. La vista desde nuestra ventana revelaba cordilleras con un filtro en blanco y negro.
Casa. Discusiones no buscadas sobre temas inconexos que no venían a cuento.
A las cinco volvimos a vernos y estudiamos juntas a Garcilaso de la Vega, que encarnaba el ideal de hombre renacentista por dedicarse a las armas, las letras y la vida cortesana, aunque según Marina, lo que hacía bien era consagrarse a la vida cotidiana.
Llegó la otra y cantamos acompañadas por el ukelele. Fracasé una vez más en el intento de colocarme y el propósito de la visita no parecía que fuera a ser cumplido. Dije "vamos a la habitación". (...) Creo que comparto con mi tío los gemidos de mi novia y de mi ex, gracias a un suelo que es techo por la cara inferior. (...)
Lunes 6 de febrero de 2017
Me desperté en mi cama de toda la vida. Como estoy acostumbrada a un colchón rígido y una almohada poco rellena, siento que los que siempre me recibieron por la noche, me tragan y me envuelven.
Di mi primera clase práctica de conducir. Fue gratificante, llegué lejos y pude ver el paisaje que decora los horizontes cantábricos. La carretera que me hacía vomitar cada domingo de mi infancia, cuando aún no se había construido la autopista, se rendía ahora bajo los neumáticos que aceleraban y frenaban según mi voluntad.
Me tomé un café para hacer tiempo en la terraza que más he frecuentado en los últimos años.
Fui a depilarme, ayer no lo estaba porque mi novia y mi ex son feministas así que sabía que les daría igual follarme aunque tuviera pelos. La mujer que me depila me recuerda a las hormigas obreras. (...) Se desvive por existir de la forma más honrada posible y por darle a su hijo todo lo que necesita. Me cuenta que está harta de la tecnología y de las redes sociales porque siempre encuentra noticias sobre maltrato animal o violencia de género y eso es lo último que espera leer tras un día duro de trabajo. Dice "la gente, ¿no tendrá otras cosas que compartir? Si quiero conocer desgracias veo el telediario." Creo que la comprendo. (...)
Por la tarde veo a mi novia, que cada día que pasa está más guapa. Su cuerpo es el todo. Es belleza clásica, es un refugio, es placer y alegría. Últimamente no consigo alcanzar el orgasmo y ella me escucha y me comprende. Me tranquiliza. Es la salvación y sólo espero que ella misma no se pierda. La quiero.