Para que muera la primavera

24.04.2018

Madrid rota sobre sí misma

alrededor de Sol.

Entré en órbita 

café en esófago

y en la retina, la rutina.


El despegue fue turbulento,

se interpuso el portero opulento.

Me dijo "hija", y con la risa

se revolvieron en estelas

las teselas que lo bordan en mi mente. 


Buenos días -me dice el bochorno

lamiéndome el escote, borracho. 

El asfalto también saluda

y observa mi tanga, que suda

bajo mi falda vaporosa.


Con aleteos naranjas y rosas

sobre el macizo hormigón lato.

Quiero alejar mis plantas sedosas

de las máquinas de latón

que, en lento zig zag, se pelean.


Tenemos permiso para disfrutar de lo verde,

pero como es privado,

a la hora de lo romántico debe estar cerrado.

¡No vayan a colarse en los parques

las putas y los tarados!


Hostiles son los ladrillos

que se atizan con el verano

para que esto no sea vida

sino horno crematorio. 

Madrid, rota, es ella misma,

¡qué inhumano!

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