Serpientes

12.04.2017

A los humanos nos gusta tanto el erotismo que hemos construido carreteras de trazado curvilíneo, de modo que al observarse desde lo alto de la noche, los coches que van y los coches que vienen parecen las escamas de serpientes que se restriegan. No se imaginan las personas que los conducen que pueden ser objeto, en ese preciso instante, de una fantasía sexual.
En una realidad de preocupación, de estrés y nerviosismo, el sexo se vuelve frenesí terapéutico. La sociedad trabajocentrista rehuye su modus vivendi mediante la imaginación. Todo puede transformarse en placer, todo es posible excitación, el sexo es una forma más de arte. Como herramienta de expresión, eleva la física a la mística.
Hombre y mujer hacen negocios sobre una barra de bar. No sabemos si hablan de dinero o de intercambios sexuales. Está oscuro y suena música de los 60 versionada de tal modo que resulte jazz. Un irlandés de verdad tendría fútbol de fondo. 

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