Síntesis

13.05.2018

Lágrimas verdes penden

en infantil tintineo

sobre los letreros que celebran

el mundo subterráneo.


Duermen las locomotoras

a la hora de los alaridos

embriagados por la desolación

de conformar la noche.


Y una finge que no siente,

que no oye, condenando la Miseria

a la subjetividad 

de los espectros.


Tan solo unos segundos aparecen

removiendo las entrañas del que pasa.

Después, un portazo las arroja 

de vuelta a las tinieblas.


Reverberan en la lejanía

neones de conciertos, ecos de comercios,

y yo: ya en mi cama,

agujero negro de los días.


Cierra los ojos, chiquita.

Cierra los ojos, cuerpito celeste,

que yo, con la vista dañada, 

vigilo los vientos.

Y se viene la calma 

del amor habitado, 

del hogar encendido, 

y se excita la calma. 


Tú, que me guardabas

de la meteorología, 

remueves los aires

cuanto más te acercas:

Ciclones en pie zarandean

las bases materiales 

cuanto más te aproximas

a tu despedida.


Tú sabes,

tu correa

ha perdido su anclaje

y me has atacado.

Arena se precipita

tras tu piel vidriosa anunciando

que vas a amanecer...

Patas arriba. 

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