Síntesis
Lágrimas verdes penden
en infantil tintineo
sobre los letreros que celebran
el mundo subterráneo.
Duermen las locomotoras
a la hora de los alaridos
embriagados por la desolación
de conformar la noche.
Y una finge que no siente,
que no oye, condenando la Miseria
a la subjetividad
de los espectros.
Tan solo unos segundos aparecen
removiendo las entrañas del que pasa.
Después, un portazo las arroja
de vuelta a las tinieblas.
Reverberan en la lejanía
neones de conciertos, ecos de comercios,
y yo: ya en mi cama,
agujero negro de los días.
Cierra los ojos, chiquita.
Cierra los ojos, cuerpito celeste,
que yo, con la vista dañada,
vigilo los vientos.
Y se viene la calma
del amor habitado,
del hogar encendido,
y se excita la calma.
Tú, que me guardabas
de la meteorología,
remueves los aires
cuanto más te acercas:
Ciclones en pie zarandean
las bases materiales
cuanto más te aproximas
a tu despedida.
Tú sabes,
tu correa
ha perdido su anclaje
y me has atacado.
Arena se precipita
tras tu piel vidriosa anunciando
que vas a amanecer...
Patas arriba.